El Trujal

El Trujal

La Rioja alavesa no sólo se caracteriza por sus excepcionales vinos, también por sus olivos centenarios de los que se extrae fundamentalmente la variedad de oliva Arroniz.

Posiblemente fueron los romanos los que introdujeron el olivo en Rioja alavesa y curiosamente a principios del S.XX, con la llegada de la filoxera, enfermedad que arrasó con hectáreas de cultivo, fue el olivo el que hizo que muchos agricultores tiraran para adelante.

En Lanciego contamos con el trujal más antiguo toda Rioja alavesa y del País Vasco. La actividad trujalera de este municipio se remonta al S.XVIII. En él se continúa elaborando el aceite mediante el procedimiento tradicional, de forma totalmente artesanal; hacia el mes de diciembre es cuando los agricultores recolectan la oliva, se acerca hasta el trujal  para depositarla en la tolva de la entrada, de ahí a través de un sinfín se conduce la aceituna para comenzar con el triturado que se lleva a cabo mediante dos enormes piedras llamadas muelas. De este proceso se obtiene una primera pasta que pasa  por una gran piedra circular llamada batidora obteniéndose entonces una segunda pasta más homogénea.

Ésta pasta se deposita en “capachos” (antiguamente planchas de esparto, hoy en día material sintético más duradero e higiénico) y ahí se procede a prensar la pasta obtenida.

El líquido obtenido se decanta  por varias piletas; se trata de un decantado natural y de esa manera se consigue un aceite libre de agua y de impurezas de esa manera se separar el aceite de oliva del resto de componentes,

Una vez prensado y decantado con agua se bombea a los depósitos de acero inoxidable de la zona del almacén de la entrada.

Se trata de un trujal de propiedad municipal que en el año 1913 donó al pueblo la familia Álvarez de Eulate; mediante escritura de donación el 14 de febrero de 1913, documento que aún se conserva en el Archivo Municipal de Lanciego C/43-5.

El sistema de motor eléctrico de la actualidad data de los años 30, con anterioridad se movía por energía hidráulica utilizando para ello el agua de un arroyo cercano. Junto al molino contamos con una cueva que en su momento hacía las funciones de bodega y que ha sido rehabilitada recientemente. Allí se guardaba antiguamente el vino de los vecinos.

En Lanciego era tradición en el momento de recogida de la olivase tanto los propios trabajadores como gente del pueblo acudía a tomar unas tostadas de pan y de aceite; estas se tostaban  en  el horno que en hace años que se eliminó y  el cual utilizaba de combustible el propio “huesillo” de la aceituna.

En la actualidad hay varias personas vinculadas al mundo del olivo se encargan de hacer visitas a estas instalaciones de forma particular. Sería interesante de cara a fomentar el turismo en esta localidad el poder organizar dichas visitas para que si algún visitante llegue al municipio tenga dónde acudir para poder acceder.

La época más interesante para acudir a visitar el trujal de Lanciego es justamente en el mes de diciembre que es el momento en el que se recoge la aceituna, entonces se puede ver en vivo y en directo en funcionamiento de esta joya que nos retrotrae al pasado pero para todo aquel visitante que acuda fuera de esta época sería interesante que se recogiera a través de un video todo el procedimiento de elaboración y poder proyectarlo en la propia cueva del trujal.

© Copyright 2024 Ayuntamiento de Lanciego. Todos los derechos reservados. | Diseñado por Code Sistemas