Lorenzo Fernández de Viana Ugarte

Lorenzo Fernández de Viana Ugarte

Notable escultor y medallista alavés. Nació en Lanciego en el 10 de agosto de 1866 en el seno de una familia humilde de labradores. Tras pasar la infancia en su pueblo natal, comenzó a interesarse por la ebanistería, por ello fue a formarse a un taller de Logroño. En 1883 se trasladó a Vitoria, llevándole su temprana afición a estudiar en la Escuela de Artes y Oficios, donde pronto destaca por sus descollantes aptitudes.

Su primer trabajo de importancia es la restauración de la Virgen románico-bizantina de Estíbaliz, patrona de Álava, obra que realiza en 1897. Dos años más tarde está en Madrid recibiendo clases del maestro segobiano D. Aniceto Marinas y asistiendo a cursos en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En 1900 marcha a París, donde volvería en 1906, para estudiar en la renombrada Academia Julien.

De esta época son numerosas e importantes las obras de Viana: estatua del coronel Duglois (1901), San Prudencio, patrón de Álava, (1906), así como próceres vitorianos. Se inicia entonces una de las etapas más fértiles de la vida de Fernández de Viana, comenzando a trabajar para la Catedral Nueva de Vitoria, obra de los arquitectos Luque y Apraiz.

Participó en varias ediciones de la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid, en la que llegó a conseguir menciones honoríficas en 1904 y 1906 y tercera medalla en 1908, con el Job que realizó para el claustro del cementerio de las monjas carmelitas de Betoño y que actualmente se encuentra en la capilla del cementerio de Lanciego.

Hacia 1909 comienza a trabajar como escultor en las obras de la catedral nueva de Vitoria y como profesor de talla y modelado en la escuela de escultores. En 1910 había realizado cuatro grandes estatuas representando las virtudes cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza; para el palacio Episcopal de Vitoria. Durante esta época ejecutará varias figuras y diversos escudos de grandes proporciones, estatuas de apóstoles, santos, mártires y evangelistas, el tímpano de la Cripta, un Tobías (1911) para la misma capilla. Desde 1912 a 1916 se instala en la Argentina, donde realiza varios trabajos para una iglesia de Mar de Planta en 1913.

A su regreso de Sudamérica, se establece en Bilbao, donde residirá hasta su muerte acaecida en 1929. Del último período de su obra, el bilbaíno, destacan obras de corte en general más moderno, así como composiciones de tema vasco al gusto de la época: La Hilandera (1919), Aura Matinal (1920), La chica en la fuente (1921), Despojada, Abendea esta ill (La Patria no ha muerto), composición presentada al Congreso de Estudios Vascos de Oñate en 1918, Dolorosa (1926), destacando también diversos relieves, bustos, lápidas y placas. Trabaja hasta el final de su vida y fallece en Bilbao el 16 de diciembre de 1929.
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