El Lavadero y La Fuente
El Lavadero y La Fuente
La iglesia de Lanciego, al igual que la mayoría de los edificios religiosos, ha ido sufriendo diferentes remodelaciones y ampliaciones a lo largo de la historia.
Sabemos que en su origen contaba con una única nave central de alrededor de 11 metros de anchura. Posiblemente la fecha de finalización de alguna de estas fases de construcción fuera el año 1587 ya que esta reza en una inscripción en la parte trasera del edificio.
Entre los canteros encargados de la construcción nos encontramos con la figura de Juan de Olate. Fue miembro de una afamada dinastía de canteros afincados en Lanciego; llevaron a cabo importantes construcciones tanto en Álava como en La Rioja, (iglesia de Oyon, Yécora, Fuenmayor…)
A finales del siglo XVII, hacia los años 1682 y 1686, se le añadió la “sacristía vieja” al edificio existente. A ella, se accedía por una puerta desde aquella única nave. Posteriormente, con la ampliación del crucero, la puerta fue tapiada y aprovechada para colocar un armario dentro de la sacristía.
Fue en el siglo XVIII, hacia los años 1787 y 1790, cuando se llevó a cabo la gran aplicación en el templo. En este momento se añade una nueva cabecera, el crucero y la sacristía nueva; de esa manera la planta de salón con la que contaba originariamente la iglesia se convierte en planta de cruz latina. Es entonces también cuando se le da una nueva entrada a la sacristía vieja, a través de un pasadizo desde uno de los nuevos ábsides.
A lo largo de los años se fueron estudiando diferentes proyectos de ampliación, así como de remodelación del campanario, cimborrio, etc. Pero ninguno de ellos se llevó a cabo, seguramente por falta de presupuesto.
Emilio Enciso, incansable investigador y autor de infinidad de artículos y revistas, cuenta como en la iglesia de Lanciego, tras ampliarse con la nueva cabecera, se decidió desmontar el retablo y colocarlo de nuevo, ajustándolo a la nueva ubicación retranqueándolo hacia atrás, para que quedara totalmente encajado se le añadió una nueva ornamentación en el remate que constaba de dos medallones de dos santos.
Este retablo es una de las primeras obras del romanismo en nuestra zona.
El autor fue Juan Fernández de Vallejo; ayudado por Enrique Dorus llevaron a cabo uno de los conjuntos más interesantes de esta corriente en Álava.
Por su valor escultórico y artístico es considerado como uno de los mejores ejemplos de retablo renacentista de todo el País Vasco.
La materia prima que se utilizó para su ejecución fue la madera de nogal.
Se sabe que Fez. De Vallejo estuvo viviendo en Lanciego entre los años 1558 y 1570 aunque una vez finalizado el trabajo siguió manteniendo relación con el pueblo ya que hay un documento que recoge como este llegó a prestar en un momento dado hasta 120 ducados al cabildo de Lanciego. Además, muy probablemente estuvo unido familiarmente al pintor Francisco Fernández de Vallejo, vecino de Lanciego y autor de la policromía del retablo. Esta se llevó a cabo pocos años después de finalizarse la parte escultórica; posiblemente se comenzó hacia al año 1591 y para el año 1598 ya estaba terminada.
Entre las escenas que encontramos, comenzando por la zona del banco, están las figuras de Adán y Eva en los extremos0; los evangelistas San Juan y San Mateo en las entrecalles; y dos escenas a los lados, La Pasión con La Cena y La Oración del Huerto.
Ya en el primer cuerpo se ubican los titulares del templo, San Acisclo y Santa Victoria y a ambos lados, sus respectivos martirios; en el segundo cuerpo y en la zona central destaca la imagen de la Asunción y a ambos lados, los relieves de la Dormición y la Coronación de la Virgen. Por último, en la zona del ático y coronando todo el conjunto, se localiza la escena del Calvario.
Se cree, tal y como recoge Zoilo Calleja en alguno de sus trabajos, que en Lanciego existió un notable foco de retablistas en torno a la familia Fdz. de Vallejo y junto a ella también aparecen los Martínez de Mendieta, importantes escultores y ensambladores. Según Calleja, Lanciego fue por aquél entonces uno de los pueblos de Rioja Alavesa con mayor pujanza artística. Se sabe que en el siglo XVI se dio un gran crecimiento tanto demográfico como económico, lo que atrajo a numerosos canteros y escultores.